Hola Pablo, buenos días.
Me dirijo a ti -en esta ocasión, en claro son de paz- para hacerte una petición, una sola y muy concreta.
Estaba pensando escribir esto de una manera “más en mi línea”, pero sería una torpeza por mi parte, si lo que realmente quiero hacer es pedirte -sinceramente- algo. A lo mejor era más divertido ver a “Gordo Cabrón” hablar con “Coleta Morada”, pero cuando he sopesado el asunto un poco y me han empezado a venir nombres y caras a la mente, he notado lo oportuno de modificar radicalmente el tono.
No voy a nombrar a todos los que he recordado, pero sí alguno, Pablo.
En este caso, a Juanma. Él es un amigo que vive en una silla de ruedas y pasa casi todo el año en un centro público para personas con discapacidad, en el nivel conocido como “gravemente dependientes”. Yo le conocí gracias al magnífico trabajo que hizo Alberto Gayo en “Interviú” sobre su caso, así que te lo resumo en una frase -el título que Gayo acertadamente le puso- que seguro que pillarás a la primera: “el Ramón Sampedro de la marihuana”.
¿Te acuerdas -tú que tanto gustas del cine y las series- de “Mar Adentro”?
Pues es un chaval que un buen día le paso prácticamente lo mismo que al protagonista de la película que te cito. Se rompió “unos huesecillos” de un salto al agua mal calculado, también en Galicia que es donde vive -actualmente sigue, igual que entonces, en su “CAMF” de El Ferrol- y quedó confinado a la vida de una persona con daño severo en médula espinal: silla de ruedas, grave limitaciones en movimiento de extremidades y necesidad de ayuda para muchas de las tareas más básicas, muy dependiente (y no del cannabis).
Yo -antes de tener la enorme suerte de poder tomarme un café con él y charlar sin prisas- creía que el uso que Juanma hacía del cannabis, aquello que le había hecho “famoso” al ser encausado y absuelto por plantarlo en su habitación, era para aliviar alguna dolencia asociada a los daños de su trauma físico o para obtener un alivio psíquico. Pero no. Era para el dolor neuropático para lo que el cannabis servía a Juanma.
Un dolor neuropático provocado por el uso de “antibióticos de emergencia” contra una infección -desatendida e ignorada, a mi juicio- que desarrolló por un cuidado totalmente deficiente para una persona que necesita ser movilizada, cada cierto tiempo, en la cama, o sufrirá escaras que se infectarán. En pocas palabras, la falta de medios suficientes en su centro público para atender adecuadamente a quienes allí se ven “forzados” a estar, pasó su factura vía infección a Juanma. La cosa, Pablo, es que los antibiótico que le dieron “para salvarle, cuando ya reaccionaron en su caso” produjeron el daño nervioso que origina su dolor neuropático. Es un tipo de dolor muy, muy cabrón en el que la morfina -incluso- es bastante inútil para manejar el asunto.
Por suerte para Juanma, más otros muchos y muchas como él, el cannabis es un buen tratamiento sintomático del dolor neuropático y que mejora -habitualmente mucho- la calidad de vida de quienes lo sufren, y sin los efectos secundarios de la morfina.
Pero por desgracia para Juanma, más otros mucho y muchas (votantes) como él, tenemos unas leyes tan estúpidas como los hombres que las han hecho. Y más en materia de drogas, donde se consiguieron lucir y hacer leyes más increíblemente imbéciles que esos mismos hombres, realmente nefastos para todos.
Juanma plantó su propio cannabis donde vivía, donde tenía que tener un derecho a la intimidad -porque romperse la columna no implica perder ningún derecho legal, que yo sepa- pero ya te puedes imaginar que eso generó “el gran conflicto”: cannabis en un centro público, o lo que ningún gestor/político querría escuchar o leer aunque supieran positivamente que esa planta -no olvidemos que es un cacho planta, eh- era lo único que aliviaba a ese residente confinado de por vida en cama y silla de ruedas.
El resultado, aunque Juanma fue absuelto siempre -a ver qué juez tiene cojones para condenar un caso así- nuestro sistema no permite a un juez, aunque sea lo necesario y aconsejable, autorizar a una persona a plantar unas macetas -de cannabis- en su habitación de la residencia (aun con informes favorables de varios profesionales del centro en lo que se refería a su uso y necesidad del cannabis, como enfermo).
Es la ley y es para todos, ¿no? Summun ius, summa iniuria.
A mí, que realmente tengo un humor muy cabrón, la respuesta que -como sociedad- hemos dado a este enfermo (y otros como él) es algo así como el chiste de “si no hay manos, no hay galletas”: todos podemos, excepto él y otros “condenados en segunda condena” con casos similares, cultivar en nuestra casa la cantidad de cannabis necesaria para nuestro propio consumo sin que eso sea delito -no lo digo yo, lo dice el Tribunal Supremo en su “Supremazo Cannábico”- pero como su situación le “obliga” a tener que vivir allí (no tiene manos) pues no puede plantar “la única cosa en toda la farmacopea que le alivia el terrible dolor” (no hay galletas).
El caso de Juanma era así ya en el año 2008, cuando Interviú -y un montón de medios más, incluidas radios y televisiones de todo pelaje- le puso en escena. Hoy, 8 años después, la situación de Juanma sigue siendo exactamente la misma o peor: sigue teniendo que comprar el cannabis en el mercado negro y, además, pagar a alguien para que le líe los porros...
No puedo pasar por este punto sin decir que alguien que cobra a una persona -sin movilidad funcional- por liarle los canutos, para que pueda fumar y aliviar su dolor neuropático, es mi idea de la clase de ser miserable y cucaracha que la prohibición de las drogas ha estimulado, amen de un alud de descalificativos más que voy a ahorrarnos.
A donde quería llegar con todo esto, Pablo, es a esa frase que hace de referencia temporal: 8 años después, sigue exactamente igual. Y como él, miles de enfermos de toda clase y dolencias por todo el territorio que tú -y otros- aspiráis a gobernar. A ti no te tengo que explicar que el cannabis no es heroína intravenosa, aunque a veces tienes algunos comentarios que no te dejan -precisamente- en el mejor lugar, “Sr. Lumpendrugs”, cuando abres la boca sobre drogas.
En estos 8 años, a esos enfermos que necesitaba concretamente cannabis para paliar alguna dolencia, se les ha hecho muy poco caso; casi tanto como cero. ¿Promesas? De todos los colores. Y la realidad sigue igual. Seguramente la mayoría murieron o acabaron enganchados -pero ahora de verdad- a cualquiera de los fármacos que se usan para tratar estas cosas.
Aparte de los enfermos, que quedan vivos y los nuevos casos, y que me parece que son el colectivo que debe figurar por delante en esta carta, están el resto de usuarios: los recreativos. ¿Nos conoces? Somos millones (votantes) en España. Seguro que sí nos conoces. Seguro que conoces mucho fumeta y que sabes que somos gente normal, e incluso mucho menos violenta -y peligrosa para la carretera- que los que usan alcohol como “droga de elección recreativa”. No te voy a explicar eso tampoco a ti, porque realmente creo que lo sabes de sobra. Su urgencia puede ser menor, pero no sus razones: ¿hay alguna razón -que podamos debatir en el siglo XXI- para mantener la prohibición del cannabis?
Dicho todo esto, querido Pablo, te querría pedir que considerases seriamente ampliar “esa pequeña nota” que era el asunto del cannabis, en “vuestro” programa político para las últimas elecciones generales. No sé si lo sabes, pero realmente no dice nada ese parrafito que pusisteis la vez pasada; nada distinto de lo que lleva diciendo el PSOE los últimos 20 años: “sí sí, queremos ser la vanguardia y queremos regular esto, pero primero tenemos que hablar.... ¡¡por los niños!!”. Obviamente, todo lo dicho aquí no es para niños y los niños no deben andar con drogas porque ya tendrán ocasión de hacerlo, sabiendo lo que hacen.
Mi petición es que os lo curraseis un poco más en el tema del cannabis, por que hay gente sufriendo, de muchas dolencias, que no tiene “tiempo político” para esperar. Ya sé que vosotros podréis hacer “hasta donde podáis”. Pero molestaros en tener una verdadera política de drogas, cannabis incluido, y no un mero aparato publicitario para dar difusión a que también apoyáis -los últimos en sumarse... eh? aunque bienvenidos también- “algún tipo nada claro de regularización de la producción, tratamiento y venta de cannabis a adultos”, creo que es algo que se os puede pedir “de justicia”, porque no la tenéis aún (seguís sin una política de drogas pública y explicada, ¿miedo eh?).
¿No queréis gobernar? Pues nosotros, que somos los votantes, queremos ver en el programa las cosas claritas y no un mero parrafito que -entre tú y yo- ambos sabemos que no significa mucho si eso no se traduce a movimiento real. Y las fotos, en si mismas, tampoco son movimiento real. Hechos, Pablo, queremos hechos, desde el nivel en el que ya os encontráis. Queremos ver si sois creíbles, o si en el caso del cannabis, la política a aplicar es como la que explicabas (hace un par de años, creo) en este vídeo sobre educación: “¿Propaganda o educación?”
Sonó a “First, we take Manhattan (...then, we take Berlin)” pero sin la voz de Leonard Cohen.
A mí, personalmente, la respuesta que diste entonces me parece aterradora. No me lo parecería si estuvieras jugando al “Risk”, pero sí en boca de alguien que aspira a hacer política -eso ya es hacerla, Pablo- y a nivel nacional. Ya sé que como estratega suena distinto, pero a lo mejor deberías ver menos “Juego de Tronos” y pasarte a cosas más divertidas, con menos sangre y muchas más risas, como “Weeds”. A nosotros, los fumetas patrios, como político nos tendrías ganados. ;)
Un cordial saludo, Pablo.
Espero que estas letras que no vas a contestar, al menos te lleguen y te hagan pensar un momento sobre el tema. A ti y a los 4 que os sentáis a decidir estas cosas y “lo oportuno del momento” (ya sabes a qué me refiero). Y lo digo sin ironía, porque de eso de “lo oportuno del momento” también entendemos un poco.
Arrancamos campaña, Pablo, todos la nuestra.
Mejor que sea -para todos los hombres de buena fe- el inicio de una larga amistad, ¿no?
#SINOTOCAnohayvoto
1 comentario:
Muchas gracias por sacar mi texto en tu blog.
Un abrazote enorme, Juanma.
Drogo.
;))
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